El sol brilla con fuerza sobre el patio trasero de mi casa. La piscina de plástico, pequeña pero llena de posibilidades, me llama con su agua fresca y cristalina. En este caluroso día de verano, no puedo resistirme a sumergirme en su abrazo refrescante. Mis pies tocan el fondo de la piscina mientras mis brazos se mueven con energía. El agua salpica a mi alrededor, y cada chapoteo es una risa contenida. Me imagino como un delfín, nadando sin preocupaciones, explorando mi propio mundo acuático. Las gotas de agua se adhieren a mi piel, y el calor se disipa. Cierro los ojos y siento cómo el sol acaricia mi rostro. Es un momento perfecto. Mis padres me observan desde la sombra de la terraza, sonriendo. Sé que están felices de verme disfrutar. La piscina pequeña se convierte en un océano infinito para mí. Nado de un lado a otro, explorando sus límites, inventando historias de aventuras submarinas. Soy un explorador valiente, un nadador intrépido. Cuando finalmente salgo del agua, mi piel está arrugada y mis mejillas están sonrojadas. Pero mi corazón está lleno de alegría. Este es mi rincón de felicidad en el mundo, mi oasis de verano. Y sé que, sin importar cuántos años pasen, siempre recordaré estos momentos de pura diversión en mi piscina de plástico. 🌞🏊♂️